Tipos de valores y sus antivalor:
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Fortaleza
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Debilidad
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Alegría:
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Tristeza
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Altruismo
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Egoísmo individual
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Amistad
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Enmistad
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Amor
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Odio
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Amor propio
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Despresio de si
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Autonomía
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Enemistada
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Ayuda
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Subordinacion
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Belleza
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Fealdad
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Buen gusto
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Mala gusto
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Calidad
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Mala calidad
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Caridad
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Desigual o no correspondencia
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Castigo al crimen
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Impunidad
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Compasión
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Indiferente
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Conocimiento
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Ignorancia
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Creatividad
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Falta de creatividad
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Eficacia
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Ineficacia
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Equidad
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Inequidad
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Equilibrio ambientantal
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La conservación
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Felicidad
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Angustia
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Fidelidad
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Infidelidad
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Flexibilidad
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Inhabiladad
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Fraternidad
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Desprecio
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Funcionabilidad
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Infuncionabilidad
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Ganancia
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Perdida
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Honestidad
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Deshonestidad
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Honradez
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Deshonrado
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Humildad
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Soberbia
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Igualdad de derecho
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Discriminación
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Imparcialidad
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Corrupción
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Justicia
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Injusticia
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Libertad
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Esclavitud
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Liderazgo
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Sin carisma
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Limpieza
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Suciedad
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Obediencia
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Desobediencia
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Objetividad
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Intrancigente
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Original
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Imitación
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Patriotismo
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Antipatriotico
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Paz
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Guerra
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Productividad
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Improductuvidad
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Prudencia
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Brusco
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Puntualidad
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Impuntualidad
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Respeto
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Irespeto
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Responsabilidad
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Iresponsabilidad
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Salud:
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Enfermedad
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sencillez
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Altaneria
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Solidaridad
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Indiferente
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Tolerancia
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Intolerancia
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Tolerancia social
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Intolerancia social
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Trabajo
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Pereza
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Unidad
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Divicionismo
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Veracidad
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Mentira engaño
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martes, 25 de agosto de 2015
lista valores y antivalores
Lectura 2
EL
VERDADERO VALOR DEL ANILLO
Un
joven concurrió a un sabio en busca de ayuda.
–
Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer
nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante
tonto. ¿Cómo puedo mejorar maestro?. ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El
maestro, sin mirarlo, le dijo:
–
¡Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mis
propios problemas. Quizás después… Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría
resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
–
E… encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era
desvalorizado y sus necesidades postergadas-.
–
Bien -asintió el maestro-. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de
la mano izquierda y dándoselo al muchacho agregó: Toma el caballo que está allí
afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo para pagar una
deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes
menos de una moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda lo más rápido que
puedas.
El
joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los
mercaderes. Estos lo miraban con algún interés hasta que el joven decía lo que
pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos
reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para
tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para
entregarla a cambio de un anillo.
En
afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre,
pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, así
que rechazó la oferta.
Después
de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más de cien
personas- y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.
¡Cuánto
hubiese deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría habérsela
entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su
consejo y su ayuda.
–
Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás
pudiera conseguir 2 ó 3 monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a
nadie respecto del verdadero valor del anillo.
–
¡Qué importante lo que dijiste, joven amigo! -contestó sonriente el maestro-.
Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al
joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo?. Dile que quisieras vender el anillo
y pregúntale cuánto da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas.
Vuelve aquí con mi anillo.
El
joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo
miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
–
Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que
58 monedas de oro por su anillo.
–
¿¿¿¿58 monedas???? -exclamó el joven-.
–
Sí, -replicó el joyero-. Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de
70 monedas, pero no sé… Si la venta es urgente…
El
joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
–
Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo: una
joya única y valiosa. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un
experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu
verdadero valor?
Y
diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano
izquierda.
Jorge
Bucay
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